miércoles, 19 de mayo de 2010

REDENSIFICACION URBANISTICA EN GASTEIZ (DNA 19/5/2010)

EL pasado día 13, cuando me dirigía por la noche a mi domicilio en el barrio de Zabalgana, observé con alegría cómo un grupo de conciudadanos había instalado unas pancartas en la conocida rotonda de La Antonia, expresando en ellas su sentir en contra de la novedosa redensificación de viviendas que el área de urbanismo quiere imponer en este barrio en contra de la opinión mayoritaria de sus habitantes. Era jueves, casi la 01.00 horas de la madrugada, venía yo de una cena de amigos y no me detuve mucho tiempo para leerlas pues mi jornada laboral comenzaba a escasas horas, pero he de reconocer que tenían cierto humor en su expresión.
Al dirigirme a las 7.45 horas a mi trabajo, tuve que pasar de nuevo por el lugar y pude observar que no quedaba ni rastro de ellas. Hechas más tarde las indagaciones pertinentes, pude descubrir que habían sido retiradas hacía muchas horas por operarios municipales obedeciendo órdenes de sus superiores. Reflexionando sobre el hecho vinieron a mi memoria las palabras escuchadas hacía escasas fechas a un orador, sindicalista vasco por más señas, pretendiendo explicar cómo en el pretendido marco democrático a veces se llevan a cabo tremendos desatinos contra la voluntad popular, porque no es lo mismo ejercer la democracia que votar y recibir votos cada cuatro años.
A la vista de la pretendida revisión del Plan General de Ordenación Urbana en lo que respecta a los sectores de Zabalgana y Salburua, y de las razones dadas para ello por los portavoces del Ayuntamiento, yo, al igual que mis convecinos, no he apreciado ninguna de ellas como estricta y estratégicamente necesaria para la supervivencia del urbanismo racional y sostenible. No voy a extenderme aquí en las razones que hemos dado innumerables veces en foros públicos y medios de comunicación.
Por otra parte no dejo de entrever como consecuencia de esta situación la garantía de un futuro de trabajo y próspero negocio para un sector actualmente casi paralizado cual es el de la construcción, sin decir que ello sea pretendido por el Ayuntamiento.
Tambien, y me van a perdonar por mi visión personal del asunto, atisbo que los actuales mandatarios en materia urbanística, encabezados por el señor Alonso, pretenden dejar para un futuro su sello personal en la piel de Gasteiz al igual que hicieron con mejor o peor fortuna sus predecesores.
Todo lo anterior sería perfectamente asumible si no tuvieran lugar otras consecuencias que cargan de dudosa legitimidad la realización de los planes municipales.
¿Que en qué consisten? Pues nada menos que en alterar discriminadamente los marcos originales urbanístico y sociológico donde eligieron vivir numerosas familias que recientísimamente pagaron por ello y para que ello se respetara. Hay muchos sacrificios pasados, presentes y futuros comprometidos en estas empresas personales que los ciudadanos nunca olvidarán.
Cercenar la libertad de expresión de los vecinos ordenando a los empleados municipales retirar sus escritos públicos no es precisamente un buen ejemplo de tolerancia hacia quienes menos oportunidades tienen de expresarse públicamente.
En resumen, que desoir la voluntad popular claramente expresada valiéndose del mandato que otorgan las urnas periódicamente es una interpretación muy sui generis del ejercicio de la democracia.
Son muchos los que en esta ciudad opinan que en el Ayuntamiento se reciben de muy buen grado y se toma buena nota de las apreciaciones y aspiraciones de los empresarios de la construcción, "avaladas por técnicos"; y que los razonamientos del Ayuntamiento tambien están "avalados por técnicos", siendo las directrices de la Unión Europea al respecto asimismo "avaladas por técnicos"... siendo ninguneadas las razones de los vecinos .
Pues bien, y esto es una apreciación mía, creo que ni la opinión de decenas de técnicos a sueldo puede pasar por encima de la voluntad popular avalada o no por técnicos. Lo contrario sería un intento poco sostenible de pastorear a los ciudadano-votantes-tetranuales en aras de las muy dudosas sostenibilidades municipales.

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